Creo que ya es hora de abrir los ojos; debo darme cuenta de que nada es como esperaba, de que por fin estoy en la plena y dura realidad. He tardado más que el resto, pero por fin lo he hecho, y no sabéis cuánto me duele el no disponer de las ansias de poder vivir cada una de las experiencias al máximo, por muy mínima que fuera. Y no las dispongo no porque no quiera, sino porque me he ido dando cuenta de que la vida, así es; a veces dulce y a veces amarga.
Y sé, que sólo yo, soy la que puede y la que debe encargarse de que sea una mezcla en la que haya un equilibrio entre estas dos, pero quien me conoce de verdad, sabe que detrás de mis momentos risueños, soy una persona insegura ante malas situaciones. Y sobretodo, soy una persona que en momentos como éste, se viene abajo fácilmente, pues me considero una persona con un bajo límite de presión, afectando gravemente mi estado emocional.
El caso es, que al fin me he dado cuenta de que cada uno vive su propia historia. Cada uno vive su propia realidad, y aunque me cueste reconocerlo y sea mi mayor temor, todos estamos solos en esta vida. Así que lo que mejor que puedo hacer es, buscar fuerza de donde no las hay para recuperar la esencia que me falta desde hace algún tiempo, y que está creando una persona diferente a la que era.
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